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Tras fallo de tribunal de apelaciones revocan orden de deportación de hombre de NJ
Selvin Sabin-Chah intentó cruzar la frontera por primera vez en el 2014 y lo intentó repetidamente durante meses hasta que cruzó con éxito en 2015, según dijo a los funcionarios de inmigración. (Foto de John Moore/Getty Images)
Un hombre del norte de Jersey que enfrentaba la deportación a su país natal, Guatemala, ganó una nueva oportunidad de permanecer en los Estados Unidos después de que un tribunal federal de apelaciones anuló la semana pasada una orden de deportación, y esto con los jueces que citaron el temor del hombre de ser atacado por los pandilleros de la MS-13.
La opinión de 30 páginas por parte de la Corte de Apelaciones del Tercer Circuito sobre Selvin Heraldo Saban-Cach es algo poco común, según su abogada, Stephanie Norton, no solo porque la decisión es tan amplia, sino también porque el panel de tres jueces reprendió contra los jueces de primera instancia por no considerar el sufrimiento que enfrentan los solicitantes de asilo.
La opinión devuelve el caso de Saban-Cach a la Junta de Apelaciones de Inmigración para su reconsideración.
“Tal vez una vez al año, o cada ciertos años, emitirán una decisión precedente. Esta es realmente emocionante porque toca muchos temas diferentes”, dijo Norton en una entrevista. “A menudo, las decisiones serán bastante limitadas, mientras que en esta se habla de tantas cosas que son relevantes”.
Señaló el mensaje general enviado por el juez Theodore McKee de que los jueces de inmigración deben empatizar con los migrantes cuyas vidas están en sus manos. Alertó a las cortes inferiores que ya habían sido advertidas de verificar su parcialidad.
“Los peticionarios provienen principalmente de las regiones de los países más pobres y peligrosas del mundo. Cualquier presunción de que disfrutan del mismo tipo de recursos que sus adjudicadores es ciego e injusto”, escribió McKee.
La vida de Saban-Chah en Guatemala
Saban-Chah era uno de los pocos indígenas mayas kaqchikeles que vivían en Montufar, un pueblo de Sacatepéquez, Guatemala.
Describió haber sido acosado por su origen étnico y reclutado para la pandilla local MS-13. Cuando se negó a unirse, los pandilleros lo golpearon con piedras, lo atacaron mientras caminaba de la escuela a su casa y lo siguieron cuando trató de mudarse a un pueblo a 90 minutos de distancia. Durante el peor ataque, lo apuñalaron por la espalda con una botella de vidrio y lo patearon hasta que se le desprendió la piel, dejándolo inconsciente en la calle, dijo a los oficiales de inmigración.
Después de ese último ataque, Saban-Cach le dijo a la corte de inmigración que su abuela lo trató con remedios a base de hierbas porque el único hospital que había estaba muy lejos y debido a esto le quedaron cicatrices sobre la ceja derecha, el pecho, el brazo y la parte baja de la espalda.
No denunció a sus atacantes a la policía porque las autoridades discriminan a los indígenas y la pandilla los había comprado, dijo a los tribunales.
Los pandilleros no solo lo siguieron a él, sino también a sus familiares por las calles, a la escuela y en el autobús amenazandolos con matarlos, dijo. Cuando salió a visitar a su familia en San Pedro, tres pandilleros lo siguieron.
Saban-Chah huyó cruzando la frontera hacia los Estados Unidos, e hizo su primer intento por sí solo en abril de 2014. Mientras cruzaba la frontera con México, los funcionarios de inmigración lo capturaron y emitieron una orden de deportación acelerada, enviándolo de regreso a Guatemala.
Dijo que no sabía que podía solicitar asilo en ese momento.
Cuando regresó, nuevamente los pandilleros lo persiguieron a él y a su familia, lo que lo llevó a intentar cruzar la frontera otra vez, un mes después y es ahí cuando los funcionarios de inmigración lo atraparon una vez más. El logró llegar a los Estados Unidos en 2015 y eventualmente llegó a Nueva Jersey.
Fue detenido en 2020 luego de ser arrestado por un cargo menor que, según su abogado, fue desestimado y borrado. Al enfrentarse a otra deportación, le dijo a los funcionarios de inmigración sus temores de ser asesinado por la pandilla local.
Juez de Inmigración y Junta de Apelaciones de Inmigración
Sabin-Chah se presentó ante un juez de inmigración en el 2021, solicitando la cancelación de la orden de deportación y exención bajo la Convención Contra la tortura de las Naciones Unidas, que ofrece protección legal a las personas que temen ser torturadas si regresan a su país de origen.
El juez de inmigración Pallavi S. Shirole determinó que no alcanzó ese estándar de persecución.
Shirole dijo que “los jóvenes guatemaltecos que son reclutados por una pandilla y se niegan públicamente a unirse” no son un grupo protegido por las leyes de asilo. El juez dijo que Sabin-Chah tampoco demostró que sus ataques tuvieran motivaciones políticas o que tuviera motivos para temer que volvieran a ocurrir.
Shirole también sugirió que sería relativamente fácil para Saban-Cach mudarse a otra ciudad en Guatemala. También señaló que no se presentaron informes a la policía, a pesar de reconocer que trabajan con pandillas y la “discriminación generalizada” hacia los indígenas.
Saban-Cach apeló su decisión ante la Junta de Apelaciones de Inmigración, que estuvo de acuerdo con Shirole. Dijeron que el brutal ataque de los pandilleros que dejó inconsciente a Saban-Cach no alcanzó el nivel de persecución porque supuestamente no buscó “atención médica profesional” como suturas o cirugía.
Anulación de la orden de expulsión
La opinión de McKee comienza criticando a los tribunales inferiores por no dar una “explicación adecuada” por su decisión y por emitir una decisión que se encontraba “totalmente en conflicto” con el expediente. A lo largo de su decisión, McKee crítica su razonamiento como “desconcertante y decepcionante”, “poco convincente” y “poco convincente”.
Llamó a encontrar una lógica por parte del tribunal inferior en lo que respecta al acceso de Sabin-Chah a la atención médica “falsa”. Los juzgados nunca se molestaron en preguntar si la atención profesional es accesible en Monafur, escribió McKee.
“La evidencia en el expediente solo indica una opción para el tratamiento médico profesional: un hospital que estaba lejos. Y parece poco probable que Saban-Chah pudiera haber llamado a un Uber (o un servicio de viaje compartido similar) para que lo llevara hasta allí”, escribió.
Encontrar que este incidente es insuficiente para alcanzar el nivel de persecución sugiere que la gravedad debe ir más allá de ser apuñalado, pateado hasta dejarlo inconsciente y dejado sangrando con pedazos de carne colgando.
– Jueza del Tribunal de Tercer Circuito Theodore McKee
También señaló la falta de conocimiento de los jueces inferiores sobre el sistema de salud guatemalteco y el papel que juega en ese sitio la medicina tradicional. El uso de los remedios naturales de la abuela de Saban-Chah deben considerarse una forma de buscar atención médica y “bien podría haber sido aceptado como el único tratamiento disponible de manera realista incluso para lesiones muy graves”, escribió McKee.
McKee se preguntó hasta dónde debe llegar un asalto para alcanzar el estándar de acoso que exigían los jueces inferiores.
“Encontrar que este incidente es insuficiente para alcanzar el nivel de persecución sugiere que lo atroz debe ir más allá de ser apuñalado, pateado hasta quedar inconsciente y dejado sangrando con pedazos de carne colgando”, escribió McKee.
El Tercer Circuito determinó que en caso de que Saban-Chah regresará, él corre el riesgo de ser asesinado por la pandilla, la cual desde entonces ha crecido con gran fuerza. Anularon la orden de deportación de la Junta de Apelaciones de Inmigración y la devolvieron a ese tribunal para que la reconsiderara basándose en la opinión de McKee.
Norton dijo que podrían pasar años antes de que Saban-Chah vuelva a estar en la corte, pero hasta entonces, permanece seguro y feliz con la decisión en su casa del norte de Jersey junto con su esposa y sus dos hijas. Si bien no puede solicitar asilo o ser un ciudadano legal debido a su orden de expulsión anterior, Saban-Chah puede obtener un permiso de trabajo, dijo.
En parte, es raro que estos casos lleguen al Tercer Circuito porque los inmigrantes no tienen derecho a un abogado y, a menudo, no están representados en sus casos, dijo Norton.
Ella argumentó su caso en nombre de la Universidad de Seton Hall, un socio en la Iniciativa de Defensa de Detención y Deportación del estado, que brinda representación legal a inmigrantes de bajos ingresos que están detenidos y enfrentan la deportación.
El caso está nuevamente en manos de la corte de apelaciones de inmigración para una decisión final, algo que Norton tiene esperanzas después de la decisión “inesperadamente positiva” que obtuvieron por parte del Tercer Circuito.
“Es fácil desanimarse cuando se ve que se niega un caso tras otro, y es difícil para las personas dedicarse a una lucha que podría llevar muchos años ganar”, dijo. “Creo que nos da a todos la esperanza de que, en más casos para el futuro, también podremos tener éxito”.
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